Cuando las decisiones políticas de algunos lo convierten a uno (directa o indirectamente) en un fusible sacrificable, es necesario eliminar una por una las fuentes de cortocircuitos y derivar la corriente hacia otros circuitos. A Pepe Luí lo puso el merquero, y a pesar de su inoperancia, Abel no le reclamaría nada al cocainómano porque implicaría el riesgo de pelearse con Machiaven y es flor de cagón.
Como lo más fácil es culpar a los perejiles (¡Hola, sí, nosotros!), debimos iniciar las tareas de derrocamiento antes de tiempo y ello exige empezar por lo más fácil, lo que se caiga solo… y en este caso es Pepe Luí. Cuando cae la primera ficha, el resto es un dominó. El segundo perjudicado es el merquero, porque quien cae es un hombre suyo y ello impacta negativamente sobre su poder de negociación. Luego cae Abel, por haber aprobado una asociación con un socio impresentable y la reacción en cadena sigue así hasta no quedar títere con cabeza.
Lejos de ser un pobre corderito, Pepe Luí, este hombrecillo senil de olor agrio, era un forro arrogante y una fuente de cortocircuitos, porque básicamente hacía lo que se le antojaba. Por ejemplo: cambiar (de guapo) los diseños originales realizados por Construx en Buenos Aires, lo cual hacía que nada cuadrara a la hora de construir, incurriéramos en reprocesamientos, retrasos y, en definitiva: se asegurara el fracaso del proyecto.
El primer paso ya estaba dado: El Turco se ofreció como reemplazo. De acuerdo al plan, El Gordo sacó a relucir su chapa de abogado, se volvió más papista que el papa y empezó a bombardear a Pepe Luí con e-mails estilo carta documento con copia a todos, denunciando irregularidades y emplazándolo. Lo fundamental en las conflagraciones de escritorio es abrumar al adversario y clavarle el puñal por la espalda cuando se encuentre suficientemente confundido. Los enemigos son más o menos fuertes, pero todos tienen falencias explotables; y Pepe Luí pecaba de arrogante. Él se las sabía todas y tenía más experiencia que todos los ingenieros de Construx juntos. Pero nadie se las sabe todas. Entonces el Gordo se dedicó a marcarle el orsái ante cada irregularidad contractual que cometiera, por ejemplo: ¡priiiip! la comunicación recibida el pasado viernes aún no fue respondida, ¡priiiip! no se ha procedido a dar cumplimiento a lo establecido en la cláusula tercera del contrato, ¡priiiip! sus directivas no están en concordancia con el cronograma, ¡priiiip! yo te avisé, ¡priiiip! yo te avisé, ¡priiiip!, yo te avisé, ¡priiiiiiiiiiiiiiiiiip! Tarjeta roja para Pepe Luí.
Mientras el Gordo beligerante lo bombardeaba y Pepe Luí se fastidiaba, el Ucraniano se mostraba abierto, comprensivo y pactaba verbalmente cosas con Pepe Luí en el marco de una falsa diplomacia. Lo invitaba a beber a la salida del trabajo y tomaba nota de sus declaraciones. Y despacito despacito, fuimos volteando al venezolanito.
2 comentarios:
usted de chico entre Tortugas Ninjas y videos alquilados debe haber sido un as del T.E.G.
Madame querida!
Te confieso que nunca jugué al TEG!!
Me volví un HDP trabajando en esta industria.
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