Cuando alguien invoca (a los gritos) acuerdos de palabra con terceros, para justificar su accionar, evidentemente está en el horno.
El monótono cinismo del Ucraniano sepultó la confianza de Pepe Luí. Le clavó una puñalada por la espalda, de la cual no pudo recuperarse. Se ganó su confianza, llegó a su corazón, se lo extirpó y en su lugar puso una remolacha en conserva. Intuíamos que era frío Viktor, pero esto fue despiadado. Un poco de pena sentimos al oír al viejo gritar, acorralado, indefenso… Y aquél, inmutable.
Viktor se ganó la confianza del viejito porque era el único que no hablaba ni lo interrumpía. Pepe se sentía escuchado y comprendido. El Ucraniano podía tolerar horas y horas de patrañas del viejo orate. Aprendió a bloquear estímulos en la vieja URSS y todo discurso que le entraba por los oídos, le salía por el orto. Se re cagaba en los discursos del viejo, pero su monotonía facial hacía de él un cínico oyente indeschavable.
El clímax de la confianza se gestó entre copas… pero no fue whisky lo que empleó el Ucraniano para llevar a cabo su parte del plan. Apeló al sabor del aguardiente, a los efectos de reproducir el ritual de comunión caribeña. Para la misión de Vik, fue clave el sabor anisado del aguardiente caribeño, ya que se confunde fácilmente con el propio de la absenta.
Salían tres o cuatro veces por semana y Vik le daba de tomar ajenjo al viejo como si fuera licuado de mango. Los transes cósmicos en los que entraba Papá Pitufo eran interceptados por el Sputnik del Ucraniano; quien le estiraba despiadadamente la lengua a aquél y entraba a llenar su disco rígido con información caliente: transas, movidas, contactos suyos y del merquero, curritos con proveedores, la posta detrás de Machiaven, etcétera, etcétera, etcétera.
Antes sospechábamos, ahora sabemos.
Nadie puede olvidar la dantesca escena del desgarrador soliloquio de Pepe Luí, la daga en su espalda y el cínico mutis por el foro del Ucraniano.
Seguimos cagándonos de risa y brindando.
¡Salú!
3 comentarios:
que suerte la mía no conocer a pepe luí, mi maldad es lábil
Por momentos da pena el viejo, pero después se saborea la euforia de la venganza! a por ellos!
Madame, lo suyo es una virtud; aunque Zach de la Rocha diga que "La furia es un regalo".
Justamente esa era la disyuntiva, amiga Marie. A veces daba pena y reculábamos; hasta que la situación se volvió insostenible y salimos del monte atacando como Apaches.
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