La colaboración de Alabama en la misión de Murdock fue por demás oportuna.
Pocos Corsarios son lo suficientemente estúpidos para permitir atentados en su feudo y Alabama no es un fusible como nosotros; por lo cual su participación en el complot no estaba asegurada de movida. Sin embargo, el maldito honor suele meter a muchos en problemas; algunos no saben, no pueden, ni les gusta comérsela. Hierven de furia antes de tragársela y padecer insomnio; prefieren librar las batallas más fútiles y rasguñar una victoria pírrica… pero dormir en paz. Motivos heroicos que llevan a una mujer talentosa a obsesionarse con hundir a un chauvinista arrogante como Pepe Luí.
“Tres balas en el pecho para quien presuma de Yoda y me sugiera contar hasta diez o poner paños fríos. Esta también es mi guerra.”, soltó la amazona golpeándose el pecho.
Ni la chance le había dado el viejo: la forreó, la ninguneó y se le cagó de risa en la cara cuando se postuló para jefa de obra. Había sido recomendada por el Cholo, la conocía bien y no le quedaba otra. El merquero no puso objeciones y Papá Pitufo se la tuvo que bancar; pero le hizo la vida imposible a la mina.
***
“Qué cosa con estos vagos… No quieren trabajar. Hay que hacer algo pronto”, le dijo Murdock a Pepe Luí por teléfono el día que la mano de obra no calificada se sublevó y bloqueó la entrada del feudo de Alabama. “No, no, no, lo que pasa es que quieren verte a vos, no quieren negociar con nadie más”. Ya el ambiente en las vecindades de la obra estaba lo suficientemente caldeado como para desatarse un conflicto ante cualquier ocurrencia de Murdock.
Murdock, con la venia de Alabama, se reunió con los representantes de las comunidades vecinas y de manera histriónicamente solemne arrancó: “Muchachos, ustedes saben cuánto los apreciamos la Ingeniera Alabama y yo, pero si no hacemos un esfuerzo mayor, el Director del Proyecto nos despedirá a todos… No quisiera generar más descontento, pero creo necesario comentarles algo, para darse una idea del tenor de la situación… Aunque no, mejor, no… Tenemos que seguir adelante y olvidarnos de...”
Inquietos, los representantes lo interrumpieron: “Pero díganos qué sucede, Ingeniero.”
En resumidas cuentas, el desenlace se desarrolló de la siguiente manera: Murdock suspiró, miró para arriba, se frotó la boca con la mano derecha y muy respetuosamente (silbando “fifú-fifú” y haciendo gestito de morfeta) sentenció: “El Ingeniero Pedro dice que ustéde' son todo' puto'.”
Fin del Tercer Acto.
8 comentarios:
fraaaaaaaaaaaaaa, se las mandó así fraaaaaaaaaaa
Claro, para las sutilezas hay que dejar a un loco de mierda.
que maquina de hacer chorizos de mierda que tenes por cerebro.
Salu, desde la otra irrealidad consorcial del Amazonas que se le ocurrio a Construx.
Ya volvere, como buen Extra Contratado.
Gracias por el elogio, pá.
Cuidado con las piranhas y el calor, que casi casi es peor que guerrilla y arepas.
Después me tenés que tirar unos datos de ingeniería contable para hacer un defalco.
este anónimo es un tanto menos elegante, caramba
Yo hubiera pensado que les iba a decir "son todo vago", pero se vé que soy mujer y no reconozco el punto más sensible.
pero el anonimo es amigo? o es un puto tambien?
Este anónimo, careta de administración, es un amigo de la casa; pero se hace la misteriosa.
Él le da al pura malta y nos va a dar la clave para el gran golpe.
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