La idea surgió mientras picaba churro sobre la página 3 del bendito Contrato N° 7569. Ya estaba medio fumado y le tiré la onda al Gordo, que estaba completamente abstraído, sentadito frente a la chimenea, prendiendo fuego unas copias de las órdenes de compra. El Gordo se ocupa de las compras y del fuego. Bogotá está a 2600 metros sobre el nivel del mar y a la noche refresca bastante.
El Gordo me mira y me sugiere que afloje con la droga. Le da un traguito al whiskacho y sigue con el fuego. Mira las órdenes de compra, hace bollitos con ellas y las tira al fuego. Una tras otra, lentamente, hipnotizado por el fuego.
Este tipo de micro protestas son las pequeñas cosas que nos permiten seguir adelante sin deschavetarnos. Diminutas expresiones simbólicas que operan de válvula de escape: ese tipo de cositas que le molestarían al dueño de la compañía si nos viera… Nos fortalecen para seguir un día más en esta realidad de video juego, donde estamos solos, rodeados de Zombies y los de afuera miran, aplauden y mueven palanquitas… o nos resetean cuando no respondemos.
2 comentarios:
puedo llegar al capítulo 19
después te cuento
Joya.
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