Capítulo 14 – El Sitio de Obra



Está demostrado estadísticamente que las obras traen prosperidad a las poblaciones vecinas.

El superávit que genera el tráfico ilegal de alcohol, la prostitución y los piquetes extorsivos se distribuye entre todos los miembros de las comunidades. O sea, si querés saber dónde abrir un negocio temporario relacionado a la construcción, mirá hacia donde vuelan las prostitutas obreras.

Ah… Me olvidaba: también las obras emplean mano de obra no calificada de las comunidades vecinas.

En gran parte de Sudamérica, la obra es el arte de lo posible; porque pasa más por lo político que por lo técnico. Poco importa cuántas pulgadas de caño haya que soldar o cuántos metros de relleno requiera el suelo; lo fundamental es evitar el bloqueo, el piquete, el paro de obra… y en este caso particular: las protestas armadas y secuestros.

Hasta ahora, la referencia que tenía sobre medidas preventivas en zona conflictiva era mi pintoresca experiencia en un yacimiento petrolero de la selva ecuatoriana (a dos horas en auto al norte de Lago Agrio), donde me trasladaban escoltado por una guarnición de 20 militares armados hasta las bolas, el botiquín tenía 15 dosis de suero antiofídico, había tres tipos de alarma según la clase de incidente* y todos los días a partir de las 6 PM, regía un toque de queda en el campamento. Semejante conjunto de amenazas parecía sacado de un juego de Super Nintendo. Pero acá el ambiente es muchísimo más relajado.

Antes me quejaba, pero ahora quisiera estar en una obra en el desierto patagónico. Ahí sí que no hay un alma. El problema ya no pasa por lo político, pasa por lo climático: cuando se congela todo, no hay caso, no se puede seguir; por eso hay que meterle máquina antes de la llegada del invierno. Murdock contaba que las válvulas que se asumían robadas, aparecían alegremente como flores de primavera cuando la nieve se derretía. Pero en el trópico no hay invierno… ni verano, ni primavera ni otoño. Lluvias más o lluvias menos, es siempre lo mismo: calor agobiante, humedad e insectos horrorosamente inmensos. Como nadie puede morirse de frío, nadie tiene apuro, y como se puede subsistir mamando la teta de la madre naturaleza**, el laburo es una molestia ocasional necesaria para comprar una TV de Plasma.

Acá no hay apuro ni preocupaciones: Puede entrar Guillermo de Orange a la obra en chancletas, llevando una bolsa transparente repleta de francos suizos, que a nadie se le va a mover un pelo si un fierro cae sobre su pié, si lo secuestran, lo cagan a tiros o lo muerde una víbora.

Y claro… con ese mismo relajo avanza la obra***.

(*) Los diferentes pitidos alertaban sobre explosión en instalaciones, ataque terrorista o erupción volcánica (a pasitos del campamento había, al menos, dos volcanes en erupción.)

(**) El Ucraniano fue testigo del ritual del almuerzo en uno de los frentes de obra. A las 12:00 los operarios se retiran del límite de la obra, se pierden en la selva y al rato regresan con cocos, guabas y otros frutos. Parte del tesoro lo ofrendan al jefe de obra y el resto lo consumen ellos.

(***) Según lo acordado entre los representantes de ambas empresas, Machiaven se haría cargo de la obra.

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