Capítulo 13 – Lo molesto de cada día

Al cuarto mes de que nadie te da bola, te sentís raro.

Con mucho empeño, logré que el Director de Proyecto (quien responde a Machiaven) me odie; motivo por el cual le ordenó a los Zombies que no me respondan. El desgraciado logró insertarme en esa pesadilla arquetípica donde uno se esfuerza por correr a toda velocidad, pero apenas logra moverse unos centímetros. De movida, los Zombies respondían poco, pero ahora, absolutamente nada: después del incidente musical, la orden del jefazo les vino como anillo al dedo.

Cuando me tocó Brasil, también fue un garrón, pero al menos los brasucas daban fe de mi existencia forreándome*.

A ver… no es que me muera por interactuar con Zombies, pero lamentablemente de ello depende mi pan de cada día: como representan el 90% de la fuerza de trabajo del proyecto, los necesito para informarme sobre las novedades de la obra y necesito que me den bola para prevenir problemas contractuales y, en consecuencia, evitar que mi jefe jerárquico (a control remoto desde Buenos Aires) me chicanee acusándome de hacer mal mi laburo.

Para cortar por lo sano, le propuse de mil amores al Turco que chifle a Buenos Aires y me reasignen a otro proyecto: me voy en paz, todos contentos y a otra cosa. Pero el Turco tampoco está en una posición privilegiada como para decidir: es el embajador de Construx dentro de la estructura organizativa del proyecto, un mero observador con parcial poder de veto; y justamente fue él quien le imploró a mi jefe jerárquico de Buenos Aires que yo estuviera full time en el proyecto, con lo cual, ahora no podía retractarse. Me pidió por favor que siguiera activo, que trabajara como pudiera dado que, de todos modos, mi laburo es muy valioso. Realmente aprecio la buena onda del Turco, porque él también está bastante fastidiado de no poder hacer nada en medio de este quilombo. Todos sabemos que cuando este proyecto fracase, tarde o temprano, vamos a ser chivos expiatorios.

Al octavo mes de que nadie te da bola, buscás venganza.

(*) Tuve la suerte de estar en Brasil cuando Argentina perdió 6 a 1 contra Bolivia.

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