Capítulo 50 – Empanadas



Las empanadas del Cordobés tienen un efecto sedante, levemente somnífero.

Necesitábamos justamente eso. Y una prueba de vida, también. El Gaita nos llamó temprano. Ahora estamos más aliviados.

El loco nos preguntó qué pasaba… No hacía falta ser muy perspicaz, siempre andábamos jodiendo y hoy, un velorio. Ya habían pasado dos días. El Gaita y el Turco partieron a la obra para hacer algunas gestiones, Murdock no dio muchas precisiones sobre su destino y con el Ucraniano nos quedamos en Bogotá para caretearla ante los assholes.

No se alteró mucho el Cordobés cuando le contamos. Es común, dijo.

"A mi hermano le pasó."
"¿Tu hermano el que trabaja acá al lado?"
"Si, el mismo."

Claro, con su historieta de vida, nada debe parecerle extraño. Pero a nosotros, microbios de oficina, nos supera ampliamente la situación. Ya nos resultaba bizarra esta comedia, ¿y ahora? No estamos preparados, no sabemos qué hacer. Estamos solos, desnudos y gritando bajo la lluvia. Estudiamos una carrera para tener una vida tranquila y predecible, llegar a casa, darle un beso en la frente a nuestras mujeres, mirar a Tinelli, los culos de las vedettes y meternos en el sobre; no para asumir estos riesgos. ¿Quién nos lo paga?

Después el loco nos preguntó sobre las circunstancias y el lugar específico del hecho; le pidió el celular al Ucraniano y llamó a un fulano de número venezolano.

"Mañana a las cinco de la mañana salimos. Yo pongo el Toro y llevo el mate, ustedes paguen la nafta y consigan bizcochos."

3 comentarios:

Madame Lulu dijo...

consigan bizcochos de los buenos y desde buenos aires los mejores deseos de que recuperar al gordo

Orlok dijo...

Gran personaje el del Cordobés!

fernandes dijo...

Gracias, amigos.

Dejamos todo en manos de nuestro Jesús Cordobés.

Prendan velitas.