Qué lindo se veía el ganchito del Cholo aprobando la primera orden de servicio de TGM S.A.
Si hay algo mejor que tener a un boludo sin criterio con poder de firma, es tener a un boludo sin criterio con poder de firma agarrado de las pelotas. El hecho en cuestión (de opresión bolar) ya es viejo, lo tuvimos bien guardadito y ahora lo usamos a nuestro favor.
En síntesis: al Cholo le dimos motivos para firmar sin cuestionar.
El temita de las aprobaciones se facilitó aún más a partir de la indisposición de Abel y la licencia por enfermedad del cocainómano impresentable, que se agarró una prodigiosa hepatitis con las empanaditas que le mandamos desde la Guajira. Quedará en cama un buen tiempo, el infeliz. Y así el Cholo quedó como único autorizante del Consorcio.
Todo pasó muy rápido. Automáticamente, axiomáticamente. El sucedáneo de mescalina que le mandaron los Wayúu al cordero ayudó. Parece como si el viaje siguiera, pero en realidad uno ya volvió y está haciendo las cosas irreflexivamente, como un avatar comandado por su propio yo volado. Habiendo sobrevivido al miedo y presenciado los misterios del universo, las cosas fluyen mejor… Sin las restricciones de la vigilia.
En esa vorágine, le encargamos al Dr. Mantillo (abogado de parche en ojo tener, recomendado por Anónimo) la creación de una sociedad comercial de servicios (TGM S.A.); cuyo aporte inicial de capital fue en dinero en efectivo, conseguido a partir de las rendiciones infladísimas de todos nosotros. Usamos plata de Contrux para financiar la operatoria de su propio defalco y para cubrirnos, pusimos como testaferro al mismo Cholo, que firmó el acta de constitución sin darse cuenta.
Optamos por una de las maneras más simples y limpias de malversar fondos en la industria pesada: servicios de control y gestión de calidad. No existe nada más etéreo e incontrastable que eso; se pagan fortunas por soluciones que en los hechos, no resuelven un carajo. Inspecciones en la obra y en las fábricas de los proveedores, redacción de manuales de operación, sistemas de gestión, etc., etc., etc. La estructura que armamos consta de un par de semi-egresados de ingeniería que se dedican a viajar y a cumplir con procedimientos. Tal vez la Macdonaldización sea un poco alienante (y cruel) para los pibes, pero esta es una instancia necesaria, el fuego se combate con fuego y así empezamos todos, conociendo al enemigo: haciendo las primeras armas, ganando una platita, aprendiendo sobre la clase de mierda que compone todo este mundo y, finalmente, colaborando con la explotación parasitaria de las corporaciones.
Cuando la demanda empieza a creer en mitos, la oferta se compone exclusivamente de quimeras y, entonces, el precio deja de equivaler al valor.
Costo = 1
Precio = 4
Valor = 0
Fumándonos a Construx en ronda y pasándonos la tuca, dimos por vez primera el grito de independencia.
2 comentarios:
genial, páseme una seca bro!
Cuidado que quema, está re cortita.
Bánqueme que armo otro.
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