Francisco llegó acá en el Torino azul de patente bonaerense vencidísima que siempre está en la entrada de su bolichito. Le preguntamos si lo vendía y nos mostró los papeles. Flojito, flojito, amigo. Flojito de papeles el Toro.
Ya de por sí es pintoresco encontrarse por la vida con un Cordobés que vende empanadas y regala churros; con lo cual, resulta sublime (incluso delicioso, como diría Oscar) que, a su vez, este hombre haya venido manejando un Torino desde Córdoba D.C. hasta Bogotá. Según contaba, hizo el viaje en muy poco tiempo. Demasiado poco.
Y claaaaaaaaaaaaaaaaro… Echando putas venía el loco, zafando de la yuta. Atravesó toda Bolivia en la ilegalidad más pura y en Perú aminoró el ritmo hasta llegar a Colombia. A esa altura ya nadie lo buscaba.
El tiroteo empezó en Salvador Mazza, cuando gendarmería intentó secuestrarle el auto por no tener los papeles en regla. Puso primera, cruzó a Yacuiba y no paró hasta Perú.
Así habían llegado el Cordobés y el Toro.
Todo esto me hizo recordar la famosísima y lamentable anécdota de Abel y su Torino azul choreado en Córdoba durante el casamiento de su hermano en el ‘86.
(Hermanos, se viene el mundial.)
3 comentarios:
pero si colombia no clasificó, no? se para todo igual?
marchen empanadas para todos! esa el del cuerpito de caniche toy perdió el diente cuando le robaron el torino?
Así es querida Marie. Nosotros tenemos la idea de Colombia potencia futbolísitca, pero no es tan así. Se conforman hinchando por Brasil o Argentina.
Madame: el Torino se lo virlaron sin estar él presente. El diente se lo bajó un subordinado que no toleró más sus forreos.
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